15.04.2014... camino de Minaya...

Parece que es viernes, pero no lo es. Lo parece, entre otras cosas, porque llego a estas horas, ya del martes, con tal cansancio que me inquieta -o alegra- el saber que lo que he conseguido terminar es la semana laboral. Y digo he conseguido porque en estos dos días he aprovechado cada hora para concluir y cumplir, según mi previsión, con todos aquellos objetivos que me había impuesto. Reuniones de todo tipo, encuentros con compañeros y personas de una y otra ideología, puesta en marcha de proyectos importantes y, aunque duela, dejar de lado deporte y poesía. No era compatible estos dos días.
Pero estoy contento, ha merecido la pena. Ahora que escribo estas líneas, en la tranquilidad de este sillón, sólo pienso que la poesía llegará mañana. Mañana marcho unos días al pueblo, a ese pueblo que tengo y quiero, a ese lugar que me genera paz y me envuelve con su sabor manchego y místico: Minaya. 
Unos días en familia, en ese rincón de familia, disfrutando del calor de los tuyos, ajeno a casi todo, envuelto en ese olor a campo y tierra, aumentando gustosamente las calorías y, sobre todo, sintiendo a mis padres que, sinceramente, tanto agradezco y tan poco doy.
Ya tengo por aquí los libros que me llevaré: esa biografía recién publicada de Canalejas, ese auténtido liberal; la novela que intento leer que lleva por título 'El jilguero' de Donna Tart , mi Pedro Salinas que últimamente me acompaña con sus versos, y cómo no, siempre, mi Biblia.
Espero que sean unos días realmente productivos, en lo personal.

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