12.04.2014... soledad evangélica...

Tenía ganas de un sábado así, lo deseaba. Un sábado sin nada más que hacer que lo casero cotidiano. Despertar temprano, salir a buscar los periódicos y leer el primero junto a un café en uno de esos bares de Getafe.
Volver y continuar leyendo la prensa en la terraza, dejando para la tarde los suplementos culturales, esos con los que verdaderamente disfruto.

Hoy primer acto de precampaña en Toledo. Para tranquilidad de algunos, de dentro y fuera, ya con candidato nombrado en el partido (que era el que se preveía), que posiblemente sea el mejor, Miguel Arias Cañete, con lista aprobada por el Comité Electoral que, como algunos pensábamos e intuíamos, tiene un número dos de peso político y poético, Esteban González Pons

Como sábado casero que ha sido,  he dedicado la mañana a hacer la compra para casa. Hoy, además, he estado adquiriendo unas cuantas plantas y flores para llevar al pueblo estos próximos días, junto con algunas semillas de hortalizas para sembrar en ese pequeño huerto que nos hemos dejado en el patio. A uno le ilusiona comprar flores y plantas, olerlas, tocarlas y luego plantarlas y ver cómo crecen. Es difícil, muchas veces, conseguir que sobrevivan a la climatología que a veces acompaña, más en esa Mancha mía, sobre todo cuando no puedes estar muy pendiente del cuidado, mimo y riego. Muchas de ellas luchan, pelean, se hacen autosuficientes; crecen, sobreviven y demuestran que la naturaleza está ahí, dejándote vivir si lo persigues.



Película en familia y tarde de lecturas varias, terminando con unos versículos de ese Evangelio que más me gusta, el de San Juan y escuchando el Réquiem de Verdi. Terminar la tarde así, que no el día, es la mejor manera de descubrir que mantener el espíritu vivo es esencial en mi vida.

Hay momentos en los que nos falta estar solos. La soledad debe ser aceptada y es necesaria. A muchos les da miedo, es posible teman encontrarse consigo. Yo trato de buscarla de vez en cuando, la encuentro y entonces, me encuentro.
Para estar solo basta un pequeño rincón, un pequeño espacio que sea tu espacio durante ese tiempo que deseas. Puedes estar solo en un vagón de tren lleno de gente, en la barra de un bar, en el banco de un parque, practicando running  o en el sillón de tu casa escondido contigo mismo. La soledad no tiene por qué ser el hecho de estar solo físicamente. La soledad es aislarte en ti. 
El equilibrio mental, el análisis de nuestra vida, la búsqueda espiritual, el encuentro del yo más miserable para criticarlo y marldecirme; rebuscar esos pensamientos dulces envueltos en sentimientos que poco aparecen en el día a día; o simplemente dejar la mente en blanco para que quede completamente reseteada. Es esa soledad la que a veces buscamos, ese momento de deambular sin norte.

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