10.04.2014... subir y bajar del autobús...

Está claro que el que no se mueve mucho tiene muchas más posibilidades de que no le pase nada. El que anda siempre de un lado a otro, zascandileando, sin estar quieto ni un segundo, activo, le pueden pasar innumerables cosas, tan buenas como malas. Yo me encuentro entre este segundo tipo de personajes, los  activos, los inquietos en todos los sentidos,   por eso, de vez en cuando, a base de anécdotas cotidianas, la vida me va enseñando que lo mejor para ser feliz es sonreír siempre, cueste lo que cueste, pase lo que pase. 
Hoy he aprendido una cosa nueva: no se puede subir a un autobús sin abono transporte o dinero suelto para pagar el billete. O, también, no se puede subir a un autobús en estas condiciones y con un conductor  que haya pasado una mala noche. 


El caso es que como todos los días, al bajar de RENFE en Atocha, he subido, cuando casi cerraban las puertas, al autobús que me deja en la  oficina. Al ir a sacar el dinero para pagar el ticket, me he dado cuenta que no llevaba más que 10 euros en billete. Bien, lo he puesto en el mostrador para que el conductor me dispensara, ya en marcha, mi recibo y, cuando ha mirado el dinero, con seriedad y, por supuesto, educación, me ha dicho: "No puedo cambiarle". Me he quedado mirándole, imagino con una cara de absurdo -la mía- y le he dicho, inocente yo, que no tenía nada más suelto. "Pues entonces yo no puedo cambiarle", me ha vuelto a decir. "¿Pero no me cambia porque no lleva usted suelto en el autobús en este momento?", le he preguntado. "No, no le cambio porque sólo me está permitido dar cambio hasta billetes de 5 euros.", me contesta aclarándome. "¿Pues dígame usted qué hago?" le he preguntado, en una situación bastante incómoda y ridícula ya que todos los pasajeros de la zona, que se apretujaban contra mi, me miraban fijamente como deseosos de conocer el final del sketch matutino. "Bajarse en la siguiente parada", ha sido su respuesta mientras atendía, como no puede ser de otra manera, la conducción.
En la siguiente parada, junto al Parque de El Retiro, me he bajado y, mirando hacia todos los lados, no sé si mentalmente buscaba algún lugar para cambiar mis 10 euros, me he quedado unos segundos atónito, atontado, con una de esas sonrisas de cabreo. Finalmente he decidido ir andando, disfrutando de este Madrid temprano y preguntándome qué le hubiera costado a este señor cambiarme el billete. Nada, no le hubiera costado nada si hubiese querido hacerlo. No tenía por qué, pero podía haberlo hecho.

No comencé el día de una manera muy poética, que digamos. Pero sí lo terminé envuelto en esos versos que provoca la amistad.

Comentarios

  1. Como profesional de la EMT, antes de de decir que "un conductor haya pasado una mala noche", le recomiendo lea la reglamentación vigente al respecto:
    http://www.emtmadrid.es/web_emt_babel/files/2a/2ab2c37a-8a86-4585-b85a-1e6a96b2acde.pdfle
    Sorprende que usted, dado que" el caso es que como todos los días, al bajar de RENFE en Atocha, he subido, cuando casi cerraban las puertas, al autobús que me deja en la oficina", desconozca esas normas. Alguno puede pensar que no toma tanto el transporte público como parece hacernos ver.

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