09.04.2014... 'Con el culo al aire'...

Y sí, ya estoy sentado en mi sillón a la espera de que comience esa serie ajena a las intrigas: 'Con el culo al aire'. No veo nada más durante la semana que esto, y digo esto a sabiendas de que lo digo. 'Esto' me hace gracia y como no es fácil que algo me haga gracia, 'esto' lo veo. Reconozco que hoy me acompaña algo de dolor de cabeza. No es por nada, creo; a veces la cabeza duele, simplemente por avisar.



Desde ayer por la tarde, que comenzó el debate parlamentario sobre la propuesta de delegación de la consulta soberanista a favor de la Generalitat de Cataluña, hasta hoy que leo con expectación las diferentes crónicas periodísticas, el máximo interés para España y los españoles ha sido la defensa del Estado y la Constitución Española. Ayer 299 parlamentarios votaron en contra de la consulta independentista en Cataluña y defendieron algo que, incluso los que no lo votaron, juraron o prometieron: la Constitución Española. Lo de este país nuestro, que queremos y amamos, no deja de ser extraordinario: diputados que juran o prometen la Constitución Española, luego le son infieles. Debe ser que la perversión latina se lleva en la sangre incluso de aquellos que creen ser ejemplares.

La verdad es que este debate, provocado por una parte del nacionalismo catalán, obedece, desde mi humilde punto de vista, más a una estrategia puramente partidista que trata, de forma estudiada a nivel estratégico, de abanderar y generar una falsa ilusión entre los ciudadanos, que a un hecho buscado.
Yo no entendería España sin Cataluña y me gustaría desear que todos los catalanes tampoco entendiesen Cataluña sin España. 

Tengo grandes amigos catalanes y grandes amigos viviendo en Cataluña que no son catalanes. Unos no tienen nada que ver con la política, otros son del Partido Popular y otros muchos, que he conocido en los últimos años, son de Convergencia. Cada uno tiene su forma de pensar y de ver o vivir este tema. Yo creo que a todos nos unen muchas más cosas de las que nos separan. Es cierto que es importante el diálogo para todo, pero siempre he dicho que en debates estériles es mejor no hablar, callar.

Me encanta Cataluña. Conozco Lérida, Tarragona, Gerona y esa gran Barcelona que no deja de enamorarme en cada visita. Desde luego, estoy muy orgulloso formen parte de este país nuestro. Si alguien pretende que no sea así, creo que mi opinión, como español que soy, también se debería tener en cuenta.

Pero hoy almorcé con un compañero, y gran amigo, catalán. Es un catalán no nacionalista y, descargando en mi un sentimiento que puede, o no, ser compartido por muchos catalanes, me decía que no es lo mismo tratar esta importante cuestión desde un punto de vista 'madrileño' (desde los despachos de Madrid), que desde Cataluña. Bueno, podría tener sus razones lógicas en esto. Vivir estos problemas día y noche, en cualquiera de los municipios o ciudades catalanes, no es lo mismo que vivirlos desde el sillón en el que me encuentro ahora mismo. Opinar, en mi caso, es muy fácil o al menos mucho más fácil. Realmente a veces, o casi siempre, a los políticos -o algunos políticos- nos hace falta tocar, pellizcar, pasearse, oler y sentir la calle.

Y así termino el día, con estos pensamientos, y siento que, lo normal, es que me duela la cabeza. Tampoco sé si es debido a haber vuelto a 'pecar', a caer en ese vicio mío, en esa tentación sana, que es la bibliofilia. Hoy he vuelto a traerme un libro a casa. Creo que había conseguido dos días sin hacerlo. Que nadie lo entienda mal, no es que lo robe, es que lo veo, lo abrazo, lo huelo y termino por adoptarlo a cambio de unos euros. Me he traído hoy un maravilloso libro, en una edición de La Veleta, que lleva por título 'Galería de Retratos' y que son una colección de artículos, vidas y 'retratos' escritos por José Carlos Mainer.

El primer 'retrato' de este volumen está dedicado a Emilio Castelar (1832-1899). En él, nos detalla el autor lo que escribió Clarín sobre el personaje, en su fallecimiento. Algo así: "siempre que oigamos la voz del espíritu liberal, prudente, tradicional y progresivo, idealista y práctico, artístico, leal y flexible, constante, enérgico, pero tolerante, dúctil, sigamos su inspiración y digamos con emoción cuasi religiosa, de amor y respeto: ¡Es Castelar!". Me ha emocionado. Siempre me emociona ese idealismo, romántico y leal, de los políticos de antaño. Esos sí eran liberales.

Por cierto que he leído en prensa, hace un rato, y dedicaré un comentario más extenso en breve, el nombramiento, o propuesta de nombramiento, de Senador por Madrid, en sustitución de Francisco Granados, de Iñigo Henríquez de Luna. Conozco a Ïñigo, me cae bien, y, sinceramente, creo de su valía, dedicación y buen hacer. Ha sido, y es, un hombre crítico dentro y fuera del Partido. Se ha hecho, políticamente hablando, en el distrito de Salamanca de Madrid y, entre sus principios básicos de defensa política ha estado, e imagino está, la  la ampliación de la democracia interna en las organizaciones políticas y, más en concreto, en el Partido Popular con la implantación de 'primarias'.  

Comienza mi serie favorita... Hasta mañana...

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