05.04.2014... de Intermunicipal...

Ya en Getafe tras haber asistido a la Intermunicipal Popular que el partido ha organizado en la ciudad de Valencia. Ayer viajamos temprano.  A las once estábamos acreditados y participando en lo que fue una interesante jornada con debates sobre la reforma local y su repercusión en los ayuntamientos españoles. Una más de las reformas que está llevando a cabo el Partido Popular y que, poco a poco, más lento que rápido pero en positivo, van sacando a este país, no sin poco sacrificio por parte de todos los ciudadanos, de la crisis profunda en la que otros nos habían dejado.

Ayer, como no podía ser de otra forma, más allá de los debates políticos, la comidilla de la convención fue la noticia de la ya famosa multa a la presidenta de mi partido en Madrid, Esperanza Aguirre. Nadie es mortal. Opiniones de todo tipo. La más generalizada entre todos los compañeros es que la presidenta ha cometido un error y, extraño en ella, no ha medido las consecuencias mediáticas. La ley es igual para todos y todos debemos cumplirla por igual. La humildad es un grado y la prepotencia una de esas deficiencias humanas. Siempre he pensado lo mismo: cuando uno se va, se va. Es mejor irse por la puerta grande que aparentar ir sin partir y luego tener que salir por la de atrás.



El presidente Mariano Rajoy  inmenso en su discurso. Se le ve seguro y satisfecho de que todo vaya en la buena dirección. Todos esperaban que en algún momento del discurso señalara a nuestro candidato europeo. Como yo pensé, no ha sido así. Rajoy es de esos que suelen hacer las cosas como cree y cuando cree. Normalmente al contrario de lo que pueden pensar los demás. Mide los tiempos al límite y no tengo duda que todo obedece a una estrategia muy estudiada.

Además de los interesantes debates políticos este tipo de convenciones sirven de encuentro con compañeros y amigos. Los años pasan por todos y no podemos olvidar que ya no tenemos aquellos veinte. Las canas, el poco pelo, las curvas felices y, sobre todo, la falta de aguante en horas nocturnas hacen que, entre risas y algún que otro exceso, volvamos a casa deseando no sólo el encuentro familiar sino la tranquilidad y el reposo.
Así que termino el sábado escondido entre la música clásica, los versos, algunos versículos bíblicos y algún buen texto que me dejan la mente más clara.  

Y mañana, si Dios así lo quiere, será otro día.

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