48.2.13

48.2.13. En esos malos momentos de nuestras vidas, los que tenemos algo de fe, nos humillamos ante Él como ese último suspiro al que agarrarnos. Tristemente, en la mayoría de las ocasiones, cuando todo pasa, Le olvidamos.

Comentarios

  1. Y que razón tienes José Luís. Lo que dices sobre quienes tenemos fe en Dios, sí te lo podemos confirmar. Para suplir esa parte de olvido que falta en algunos, nada mejor que proponerse la obligación de estar con Él todos los días aunque sea solamente unos momentos, pero sin abandonar: Hay quienes lo hacen al levantarse; otros al salir de casa se santiguan; Otros rezan y meditan al acostarse. Yo, años ha que no he dejado de hacerlo ni una sola vez al acostarme. Para hablar del Poseedor de la Vida, no tengo reparos en expresarme donde se presente y con quienes así lo deseen. Yo, gracias a Él, no le olvido: En mis tristezas, de la misma manera cuando así lo sienten cualquier miembro de mi familia, amigos, conocidos…; Ni en mis alegrías.
    Lo que dices del olvido, es recuperable fácilmente: Todo es querer y una poquita de voluntad —somos muy cómodos e interesados; Tenemos poco deseo de sacrificio.

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  2. Tu escrito de hoy me recuerda la frase de la meteorología popular ´Acordarse de Santa Bárbara cuando truena´.

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  3. Es mi opinión, que cuando los creyentes hablan entre sí y sobre La Vida, mutuamente hacen aumentar sus propias creencias en El Todopoderoso, como también aumenta su confianza. Y la impresión positiva hecha en el ánimo del no creyente que escucha, es más eficaz que si la recibiera de cualquier otra fuente, incluida la de los Sacerdotes de la Iglesia. No sé si me equivoco.

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