Crearé tu cuerpo con mis dedos
arrojaré las sobras al viento
que disfruten de ellas las ánimas
que celosas de ti
instigarán mis remordimientos
más allá del placer y los días.

Y acabaré por morder mis labios
por haber sido en un sin fin
culpables de haber abrazado
tu eterna sensualidad.

Y encontraré las formas
de arroparme en uno de tus miedos
que son los que cometen
los pecados más sabios.
Que los tontos son esos,
aquellos que no cometemos.

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