La ejemplaridad pública, en los tiempos que corren, no debe ser sólo un concepto de moda para aquellos que nos dedicamos al servicio público: debe ser una virtud personal, por no decir obligación en todos los aspectos de nuestro hacer.
El honor y privilegio de ser responsables públicos, no nos da derecho a nada por encima del resto de los ciudadanos, es más, el ciudadano debe estar por delante de nuestros intereses o apetencias personales.
Estoy seguro que muchos de los que me lean sabrán por qué hago esta reflexión.

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