Querido hijo...

El éxito siempre tiene dos sabores: el dulce y el amargo. El dulce es fácil de saborear, pero pasa rápido. El amargo cuesta y es el que más dura.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30