Querido hijo...
Es verdad que a veces te diré cosas que ni te suenen ni te sientan bien. Es posible que a mi me duela más decirlas que a ti escucharlas, pero no olvides que, algún día, en un futuro no muy lejano valorarás cada una de las palabras de tus padres. Sólo las palabras que se dicen con amor, aunque suenen mal, quedan para siempre.

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