Los días son como son. Unos mejores otros peores, pero son. Terminan y con ellos terminan muchas de nuestras esperanzas, de nuestras ilusiones y sueños; terminan nuestros objetivos ya cumplidos, nuestro buen hacer, nuestro sentir, nuestro instante de silencio o de desesperación. Terminan los buenos y malos momentos.
Acariciamos nuestra mente, pensamos en mañana y mostramos gratitud por estar aquí.
¿Y mañana? El Eterno dispondrá.
Podremos volver a buscar cada instante, cada pensamiento, cada sonrisa, cada silencio y cada momento de felicidad para aquellos que amamos. Encontraremos todos esos momentos: los buenos y los malos. Y estaremos, como cada día, estaremos.
Es este instante de vida el que alimenta la inquietud y fuerza para no perder ni un sólo minuto en seguir construyendo vida.

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