Querido hijo...

Dedica unos minutos del día a meditar, a reflexionar y pensar en silencio sobre aquello que creas oportuno: los problemas o las alegrías, las penas o tu día. Tras esos minutos de soledad, de sosiego y recogimiento, lo verás todo desde otro punto de vista.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30