¿Dónde está el momento? El momento está corriendo.-



¿Qué hago escribiendo a estas horas? Son pasadas las diez de la noche del viernes, ese día de la semana deseado por todos porque marca el final de lo laboral para dar paso a lo personal...

Pero deseaba soltar por aquí unas palabras, desahogarme un poco más, en este rinconcillo mío, tras un par de días en los que mi mente ha deambulado buscando 'por qués' donde no los hay; indagando en respuestas que no quiero darme porque ni siquiera las encuentro, rebuscando entre pensamientos que andaban escondidos y que no deseaba descubrir y descubro... Son esos días en los que te encuentras más abajo que arriba y miras hacia arriba, desde abajo, y no te imaginas cuando estabas por allí riéndote de lo que hacías abajo...

El caso es que ayer me encontré con ese momento que no deseaba. Ese momento en el que te enfrentas a la verdad sin saber si esa verdad es la tuya o es la mentira para los demás... y llegué a casa más cargado que todos los días, con el deseo de poner las zapatillas y salir corriendo, buscando la soledad o la rabia... y no lo conseguí.

Correr es un deseo, un momento; el momento, el instante de cada uno, ese en el que te encuentras con tu mente y tus pensamientos, con tus miedos y tus penas, con tus alegrías y tristezas... pero tienes que estar motivado para salir, preparado e ilusionado para encontrarte con las respuestas que te marcarán tus pasos y tu corazón...

Y me quedé sentado en el sillón, como embutido en mi mirada interior hasta hoy.

Y hoy volví a recibir una lección. Una de esas lecciones que te hacen ver la vida desde la arena no desde la ventana, cómodamente, desde la que acostumbramos a mirar.

Y es que lees, escuchas, escribes, estudias de aquí y de allá y crees que sabes, te crees experimentado en todo, te atreves a dar consejos a unos y otros; pero cuando te enfrentas a lo real, a la vida misma, a su esencia, te das cuenta que no tienes ni puta idea de nada. En ese momento te das cuenta que lo tienes todo fácil, que has vivido y vives como un rey y que no te enteras de la misa a la media de lo que vale ni siquiera una palabra. Una palabra, esa palabra que cuando la dices crees que no llega pero llega tan adentro que sólo la valora quién la escucha. Y decimos, damos y soltamos palabras sin darles valor pero lo tienen...

Y al llegar a casa, con la cabeza revuelta, hoy la necesidad se ha hecho obligación. Tras un almuerzo de esos en los que te enseñan que en el mundo no es miserable aquél que es pobre, sino que lo es aquél que decide serlo por devoción voluntaria. Decía que he llegado y he cogido las zapatillas y sin pensar me he puesto a correr.



Hoy es la primera vez que tal vez quería quería correr de mi, escaparme a toda velocidad del que estaba frente al espejo. Huir de ese sentimiento de miserable que a veces te ganas a pulso. Y sin ton ni son he buscado ese lugar que tantas veces me ha servido de lugar de recogimiento, soledad y consejo: el Cerro.

Nunca había deseado tanto ser capaz de escribir corriendo. La verdad es que sería la leche.

Ordenar la cabeza, paso a paso, sin salirse del camino que te marcas. Tal vez ese sea el problema, tal vez ese sea mi problema. Pero allí, en ese silencio que te recoge a Sus pies, mientras respiras no sólo el oxígeno sino el espíritu de tu verdad, me he buscado y perdido tras mi sombra. Me he preguntado, como tantas veces, sin encontrar la respuesta adecuada, esa respuesta que sólo yo quiero encontrar. Esas respuestas a lo que haces. ¿Si está bien o mal? O tal vez ¿para quién está bien o mal? ¿Cuál es el camino o cuál es tu camino? Yo que sé...



Han salido unos 14 km que, tras la resaca del Medio Maratón, aún con ampollas y tensiones en gemelos y piernas, me han aportado un bienestar que sólo los que practicamos este deporte podemos conocer. Ha sido la conjunción perfecta en el momento exacto: running en el Cerro de los Ángeles. Cada una de las sensaciones, cada uno de los pensamientos, cada uno de los compases que mi corazón ha ido marcando a las piernas, cada paso, me permiten estar ahora desahogando un poco por aquí y viendo las cosas desde otro punto de vista.

Hoy me han enseñado una lección más, como he dicho. Una lección que no debería olvidar nunca. Parece mentira con lo 'listo' que creía ser. No todo vale en la vida, no todo tiene precio ni todo el mundo lo pone. Hay quién todavía sueña y cuando sueña vive, aunque sólo sea eso. ¿Por qué dejar de soñar? ¿Por qué no permitir soñar a quién desea hacerlo?

Me han recomendado dos textos bíblicos: el Libro de Ester y el Libro de Job. Ambos textos del Antiguo Testamento que leeré y sobre los que reflexionaré en breve, pero que no harán más que aportar un grano de arena a esa búsqueda del YO que todos deberíamos seguir.

A veces creo que ni sé lo que escribo ni sé lo que pienso...

Gracias.

Comentarios

  1. SABES LO QUE ESCRIBES, PORQUE SABES LO QUE PIENSAS PORQUE SABES LO QUE SIENTES. Y ES ESTO QUE TAN BIEN HAS COLOCADO EN ESTE BLOG CON PALABRAS!!!!
    ES EL VERSE DESDE AFUERA Y DECIRSE MUCHAS COSAS Y PREGUNTAS. ES EL DUDAR LO QUE NOS LLEVA A FILOSOFAR Y A COMPRENDER!
    A SEGUIR EL CAMINO AMIGO QUE ES LARGO Y SIEMPRE SE DESCUBREN TEMAS Y AL FINAL SE RESUELVEN PREGUNTAS!
    UN ABRAZO

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  2. El running es el camino... Tú como yo sueles salir sólo a correr y eso hace que los pensamientos, las sensaciones, fluyan y fluyan...

    Buena entrada y detallada. Yo he pensado muchísimas veces lo mismo de escribir corriendo. Es más muchas veces apunto cosas corriendo que después no cuajan en el blog...


    Sigue corriendo

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  3. Corres mientras piensas,
    piensas mientras respiras.
    Ordenas mientras dudas,
    dudas mientras sufres.
    Y si sufres, dudas, respiras, ordenas y piensas,
    es que corres. Es que estás vivo. Es que eres libre. Es que eres tú.

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  4. Este mundo nos tiene inmersos en un mar de dudas, secretos y otras cuestiones que no encuentramos respuesta. No nades contra corriente amigo y disfruta de esos momentos de running.

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