Querido hijo...
Si algún día nuestro Dios nos permite, que siendo yo tu padre, me mires siendo ya también abuelo, no olvides que si Dios así lo quiere, también, tu llegarás a serlo y tu mirada hacia éste 'viejo', tal vez gruñón, ha de ser siempre como la de un padre a su hijo: tierna y sonriente.
me parece un consejo acertado y sobre todo lleno de voluntad y cariño hacia esa persona que ya forma parte de ti para siempre...
ResponderEliminarUN abrazo.
Gracias José Luis por visitar mi blog. Me ha gustado mucho el tuyo.
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