Algunos tienen la costumbre de justificar su incapacidad con el hacer culpables a los otros. Los otros, en cambio, siempre tienen -y tendrán- la capacidad de hacer, estén dónde estén; de errar o acertar, estén en lo que estén, pero con esa premisa que siempre les acompaña: ser, estar, hacer.
El incapaz vivirá solo, agazapado, sin brújula que le guié, desorientado. Se rodeará de más y mayores incapaces como única manera de esconder sus debilidades. Y caerá en manos del 'mejor' o 'peor' postor: aquel que sin escrúpulos se alimenta de despojos.
En esta vida unos trabajan y otros ganan deshaciendo el trabajo de los 'otros'.
¿Será entonces, tal vez, cuando aquellos que usan la autoridad de forma desmedida, se den cuenta de su propio error?
Será tarde; habrá sido una pena más.
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