Un día me dijo un amigo que el verdadero poder consistía en que siempre hubiera cabezas que cortar por delante de la tuya en caso de siniestro. Está claro que este que me decía nunca tuvo poder, ya no está dónde estaba, siempre llevó la cabeza colgando pero... es feliz.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30