Y llovía llovía...

Y llovía llovía
según te marchabas llovía
y según ibas
a cada paso
se oscurecía, se oscurecía
mi vida.
Y perdía perdía
el olor de tus movimientos
los claroscuros de tu cuerpo
y la sal de tu saliva.
Y así te veía y veía
cada paso más lejos
cada ida tu adiós
y quién sabe si verte
me hacía
cada vez
volverte a perder...

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 29