El último verso...

Me gustó tanto compartir lo que en él expresaba, que más que hacerle un comentario, lo que he querido es apropiarme de sus palabras y dejarlas escritas por aquí para que puedan disfrutarlas doblemente.
Los últimos versos de un poema, ese final que el poeta decide llevar a cabo -nadie es dueño del final de un poema más que el propio autor- da comienzo en vida de aquél que lo lee. En ese momento nace verdaderamente el poema. Un poema que no es leído muere. Puede ser leído y releído por el autor o, tomando ese relevo ya vivo, por otros lectores. Es el momento en el que el poema recobra la libertad y comienza ha crear nuevos significados.

Dice:

Después del último verso de un poema está el comienzo y está la mirada que se recoge hacia dentro. Es la culminación inspirada y es cuando el lector toma el relevo y la iniciativa. El último verso es el nexo entre la revelación del misterio y la escucha del alma. Ahí, en esas pocas palabras, está el clímax de una vida, o la expectativa, o el desahogo, o la esperanza. Está la idea con la que se queda el lector, la síntesis del dolor, el eco de una pasión o un trazo de belleza. Terminas de leer el poema y cierras los ojos. Sabes que en realidad no termina nada, que después del último verso sientes la ebullición de algo que no sabes explicarte bien, pero que está allí: en tu interior. No es una reflexión, ni una ficción. Es la sed que tenemos, el anhelo de trascender la fonética de nuestras vidas y la materia y las ruinas del tiempo y sus delirios. No es sólo filología de lo que se trata. Si sólo fuera eso la poesía habría dejado de ser hace muchos siglos. El último verso se prolonga en el temblor del aire, en la fragua del cielo o en el asombro de los sueños. Por eso me ha extrañado tanto leer a Joseph Brodsky en su libro Menos que uno, que “después del último verso de un poema no hay nada, salvo la crítica literaria”. Y no acabo de entender está postura tan nihilista en alguien como él. Después de un poema queda toda una aventura espiritual, quedan multitud de relecturas y perspectivas. En una palabra: queda todo. Cada lector descubre un matiz nuevo a cada lectura. La crítica literaria desmenuza el lenguaje, el estilo, las cabriolas de los signos, las influencias, los distingos… Pero lo que el lector quiere de verdad es hacerse con el alma, con la vida que nace después de pronunciar la última palabra. El poema empieza justamente ahí, cuando parece que termina.

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