¿Será que nos hemos acostumbrado a no ser libres? ¿Será que realmente no queremos serlo porque nos da miedo esa libertad? A veces buscamos enemigos que justifiquen nuestra propia existencia atada a ese sistema que creemos nos sujeta y del que somos incapaces de escapar. Somos nuestro propio enemigo. Deberíamos mirarnos al espejo -como en el Rito- más a menudo, nos encontraríamos con él, con el verdadero enemigo. Nos sorprenderíamos.

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