Es lo que tiene madrugar...


Aquí el despertar continúa siendo a la misma hora, no he cambiado el reloj. Pero le gano al día unos preciosos sesenta minutos que trato de convertirlos en un encuentro con esta ciudad que no ha despertado.

Ayer fue un día de esos de ajetreo y de recepción de cantidad de información. Hoy será igual aunque pasaremos de la teoría a ver las aplicaciones.

Yo he recorrido ya la orilla de este río frío, el río Lagan, y he sentido la soledad de la distancia en esta mañana fría y húmeda...

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