No encuentro ninguna forma
de hacer que tu nombre
se vuelva tan transparente
como las aguas de ese río
y que recuerde tu memoria.

Tampoco necesito,
que después
de tanto tiempo,
vengas ahora
como luciérnaga en la noche
a intentar salvar,
con esa luz que viertes,
cada gota de lloros
que he dejado caer
en nuestro silencio.


Sólo dime,
dime,
si todo lo que has pretendido
es acusarme
de haberte escondido
bajo todos estos días
en los que he permitido
eso
sólo eso:
olvidarme
tan sólo
de tu nombre.

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