Escucho,
atento,
el sonido de esta hoja
que comparte con otras muchas
descanso entre los lomos del libro.
Consigo desprenderme de tanto bullicio,
de tanta ambición desmesurada,
de tanta infelicidad buscada,
de tantas falsas miradas
de todo ese mundo al que pertenezco
durante cada día.
Aquí
todo es distinto:
la compañía de las palabras
mis dos vidas en su sueño
ajenas a mi despertar,
ajenas a estos silencios.
No quiero que amanezca
no quiero volver a encontrarme
entre tantos corazones rotos
entre tantas mentes vacías
entre tanta ignorancia de Vida.
Creo haber encontrado
en esta noche
como otras noches
todo ese silencio que en todo el día
no ha querido buscarme.
Tal vez sea este el momento
ese momento
cuando los pájaros duermen
cuando los niños sueñan
cuando los párpados descansan
en el que se levantan las almas
y los espíritus pasean libremente
por entre las paredes
acariciando frentes sudorosas
de los que no llegan a amanecer.
Fuera
todavía los motores de esos carros artificiales
que portan esos desesperados hombres
rompen con su rugido
el ritmo constante, acompasado
de este mi silencio.
No quiero volver otro día
a desear tanto que llegue la noche
que se apague tanta luz que ciega
y por fin encontrarme
con todo el silencio
que no me busca...

... me llama.

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