NIKE' HUMAN RACE. 31.08.2008

Correr puede ser poesía, dependiendo del día. Lo que sí es -para quién disfruta y gusta-, es un momento o instante de encuentro, más o menos prolongado, con uno mismo. Pocos son los que corren dando voces (yo creo que ninguno, al menos no conozco caso) y sí muchos los que tratan de buscar ese silencio de la carrera para olvidarse de lo ajeno y buscar lo propio -¡qué difícil esto, Moreno!-.

Y ayer fue uno de esos días en los que la carrera, el entorno, el momento, se convierte en poesía; el esfuerzo se pierde para engrandecer el momento. Ayer participamos -como ya anticipé en anteriores post- en el Nike Human Race de Madrid. Fui uno más de esos más de 11.000 anónimos que este 31 de agosto decidimos participar en esta carrera solidaria en Madrid; a la misma hora, en otras 24 ciudades del mundo, otros muchos miles de runners hacían lo mismo.

He de decir que fue una carrera fantástica: cómoda, divertida, deportiva e inigualable. Correr por el centro de Madrid un domingo por la tarde creo que, sinceramente, debería ser obligatorio.

Llegamos a las 18 h. a la Casa de Campo. Allí dejamos el coche aparcado para dirigirnos en Metro (la organización proporcionaba dos billetes de metro) al Retiro, lugar de salida del evento. El metro era una marea humana 'roja'. A esas horas, en esta fecha, con cierto calor en la calle, sólo hombres y mujeres, familias enteras, vestidos con la camiseta/roja roja, utilizábamos el transporte para dirigirnos a nuestro emblemático parque. Cuando llegamos, el color rojo era el protagonista de este pulmón verde madrileño. Unos calentando, otros 'repostando', otros con los nervios y, algunos, meditando el recorrido con antelación.

Los Pinker Tones comenzaban a calentar el ambiente hasta las 20h. que el Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, dio la salida. Yo lo he visto en fotos, lógicamente, ya que mi colocación en salida fue entre el grupo de carrera no competitiva: 60'.

A partir de ese momento el ruido se convirtió en silencio y el silencio en ruido. Una temperatura ideal, un recorrido, repito, fantástico. Corrimos cómodamente, sin esfuerzos, disfrutando casi del paseo por el Retiro, la Cuesta de Moyano, el Paseo del Prado, la Carrera de San Gerónimo, la Puerta del Sol, la Plaza Mayor, la Cuesta de San Vicente y, cómo no, la Casa de Campo en un atardecer increíble. Todo perfecto.


Si tengo que poner un 'pero', pero sólo uno, lo hago en la llegada. Tras pasar la línea de meta, aglomeración y parada en seco, falta de organización en la entrega de agua en un momento en el que se hace algo imprescindible. Cierto es que el resto de organización merece un sobresaliente.

No el cansancio, aunque sí la edad y el tener que madrugar hoy, nos hicieron decidir no quedarnos al concierto que a partir de eso momento daría comienzo.

Según la organización, la prueba ha recaudado en total más de tres millones de dólares que serán donados a tres organizaciones benéficas: la Lance Armstrong Foundation, a favor de la lucha contra el cáncer, WWF Adena, la organización mundial de conservación del medio ambiente, y la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR).

Una carrera para el recuerdo, una experiencia y un instante más en ese libro de la vida...
Se puede apreciar que he escrito este 'post' en plural. No corrí sólo. A mi lado, encontrándonos en ese silencio, viviendo el mismo momento, lo hacía mi primo hermano Clemente. Su compañía fue parte de la magia de cada kilómetro. Cada uno tiene sus recuerdos, es evidente, yo tengo los míos: este será uno de ellos.

A por la próxima...

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