17.03.2020... Día 4: Nada debería ser igual.

#1DíaMenosCoronavirus.

Terminamos otro día, el cuarto ya, en estado de confinamiento. 

Hoy fui a la oficina, en Madrid, ya que necesitaba revisar unos documentos y traerme otros que me permitan organizar algunos temas en los próximos días.

Fui en coche, algo que no hago habitualmente, ya que prefiero coger el cercanías hasta Atocha y luego subir caminando, disfrutando del pasear además de  haciendo ejercicio. Esta vez he decidido hacerlo así y evitar complicaciones. 

El tráfico, podría decir, era de un sábado por la mañana, fluido pero constante. Diría que algo más del que imaginaba. Poca gente por la calle, algunos que, como yo, asisten a sus puestos de trabajo o dejan que sus perros les saquen a pasear. Tampoco he sentido vigilancia. Quiere decir que estamos consiguiendo ser responsables y aceptar lo que hay. No nos queda otra.


Aceptación. Difícil concepto. Difícil de llevar a cabo cuando somos seres dirigidos, constantemente, por el ego.

El ego es esa vocecita que merodea en todos y cada uno de nosotros,  que nos va susurrando al oído, bajito, haciéndonos creer que nuestra interpretación de la realidad es la auténtica.

De los 60.000 a 90.000 pensamientos diarios que tenemos, el 90% son los mismos. Pensamos que son nuestro 'yo', pero son nuestro ego. Es lo que nuestra mente crea.

Por ello, un ejercicio interesante e importante para estos días sería identificar nuestro ego. El ego se identifica en soledad, meditando, estando en el Aquí y en el Ahora. Y en estos tiempos que nos toca vivir no será difícil.
Nuestra interpretación de la realidad, la que hacemos cada uno de nosotros, es la causa por la que no cambiamos.
Normalmente no nos cuestionamos por miedo.

Nuestra vida es el reflejo de nuestra vida interior.

Por ello, cuanto antes asumamos y aceptemos la realidad antes la superaremos.

Utilicemos esta experiencia para profundizar en nuestro Ser.

Somos esencia. Aprovechemos y busquemos nuestra Paz.

Estamos en modo pánico. Hemos perdido nuestra libertad, esa que todos creemos poseer; podemos perder nuestros trabajos, lo construido a base de esfuerzo y tiempo; podemos perder la vida. Eso nos genera pánico.

Esta circunstancia que ha aparecido en nuestras vidas, que nadie esperaba, que nadie entendemos, nos va a cambiar queramos o no y va a cambiar todo durante un largo tiempo. Debemos asumirlo.

Yo, a día de hoy, todavía pienso que esto es un mal sueño, no me lo creo aunque sé de sobra que es verdad.

Pienso que a todos nos pasa lo mismo. Llevamos 4 días de alerta y todo son chistes, bailes en las terrazas y motivaciones bienvenidas. Es como si fuera un juego, una novedad.

Dentro de poco comenzaremos a enfadarnos. Primero con el mundo, luego con los que tenemos cerca y por último con nosotros. ¿Por qué? Porque nada de lo que hacíamos hace una semana se puede hacer ahora. Porque no puedo salir de compras o a comer a un restaurante. Porque no puedo estrenar ese traje que me compré hace un mes, o aquellas zapatillas de moda; porque de nada vale que en el garaje tenga un cochazo, si no puedo salir a lucirlo. Porque a nadie le importa eso ahora. Todo lo que hacía antes con seguridad ahora es inseguro.

Y nos pondremos tristes, porque no estamos acostumbrados a esta forma de vivir. La tristeza nos llenará de sufrimiento, de angustia y no nos apetecerá ni mirar por la ventana.

Hasta que finalmente lo aceptemos y será ahí, cuando lo aceptemos, cuando lo habremos superado. Porque al aceptarlo nos habremos dado cuenta, también, de las gilipolleces del pasado, de nuestras tonterías y veremos realmente dónde está lo importante de cada uno.

La vida nos sorprende a cada instante. Esta sorpresa ha sido mayúscula. Será una gran lección para aquellos que lo quieran entender y aprender.

Aprenderemos a valorar más lo que tenemos, lo verdaderamente importante, todo eso que no hemos valorado hasta ahora porque hemos ido, en general, de sobrados. Cosas tan sencillas como dar un paseo, salir al campo, ir a los pueblos, abrazar a tus padres, familiares y amigos más a menudo. Dedicar más tiempo para estar con los tuyos o, simplemente, contigo mismo. Dejar de perseguir para tener y simplemente vivir para disfrutar del presente, del ahora.

Yo comenzaría ya a repensar y asumir, que nada será igual cuando entre todos hayamos superado esta situación que vivimos.
Nada debería ser igual ni en lo interno ni en lo externo.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30