16.07.2017... a vueltas con el Liderazgo!

Parece que últimamente, en vez de seguir los consejos, arriesgamos la salud tontamente como si nos creyésemos superman. Salimos esta mañana a correr, sobre las 9.30h. En el termómetro 26º C de temperatura acariciaban nuestros cuerpos por esos caminos de sol hacia el Cerro de los Ángeles. De vuelta, tras respirar en las sombras del Cerro, el camino, con ese sol en picado, se resumía en cerca de 30º C. El cuerpo resiste, pero hasta un límite. Hoy he sentido que el calor te puede tumbar, pero más he sentido mi irresponsabilidad al aventurarme a esos 16 kilómetros con falta de forma y a una temperatura poco apta para el deporte.

Pero aquí estamos, escribiendo estas líneas mientras todavía me acompañan los sudores.

Toda la tarde dando vueltas en torno al liderazgo, sus conceptos y clasificaciones. Casualmente esta mañana hablaba de ello con C: de la falta de liderazgos.

Si hay un tema por el que siempre me he sentido atraído, no solo a nivel profesional, o como parte de mi trabajo de coach, sino también, y fundamentalmente, a nivel personal, es el mundo del Liderazgo.

Uno ha ido pasando, a lo largo de su vida, por varias y variadas etapas personales y profesionales. Siempre rodeado de personas, con sus virtudes y defectos. 

La vida me ha dado la oportunidad de conocer a grandes tipos o indeseables personajes. 

Me ha dado la oportunidad de gestionar recursos humanos, o sea, personas y equipos. 



No he dejado de aprender de las personas que me rodean o me han rodeado. He conocido líderes empresariales, espirituales y políticos. Me he sentido líder y me han hecho sentir líder. He tenido grandes fracasos y pequeños aciertos. Nunca he dejado de caminar, sin dejar de aprender. Es por eso que de todas estas experiencias, de todo el camino recorrido, he llegado a la conclusión de que lo más importante, por encima de todo, son las personas. 

Las personas están, siempre han estado y estarán a nuestro alrededor, de una u otra manera; la responsabilidad que ostentemos, el cargo que se escriba en la tarjeta de visita o en la puerta del despacho, será transitorio, momentáneo. 

Líder siempre será la Persona; nunca el cargo.

Al nombre Liderazgo le ponemos demasiados apellidos, pero lo que verdaderamente importa no es el apellido que le pongamos, lo que importa es el nombre: liderazgo y el liderazgo es el liderazgo. Sólo hay un liderazgo.

Liderazgo es todo, por muchos apellidos que le acompañen: político, empresarial, espiritual, filosófico, comunitario… Vital.

Vivimos en un momento en el que todos hablamos de liderazgo, de líderes. Buscamos líderes como el que busca calcetines en unos grandes almacenes. Queremos líderes a nuestro alrededor, en nuestra vida, casi en nuestra casa.

Ser líder se ha puesto de moda y ahora aparecen líderes hasta debajo de las piedras: cualquiera que tenga más de 100 seguidores en twitter, facebook o instagram ya se cree un líder. Por cierto que a lo mejor lo es. Medimos el liderazgo por el número de seguidores que golpean el ‘me gusta’ a nuestros 140 caracteres en su ordenador.

Si cualquiera de nosotros hacemos Una búsqueda rápida en amazon.com arroja 242.099 resultados para libros que contuvieran en su título la palabra “leadership"; mientras que una consulta similar en Google arrojó la cifra de 596 millones de referencias para el término en inglés mientras que los resultados en español de la palabra “liderazgo”, arrojaron poco más de 52 millones de ligas.

Ya no queremos jefes. Queremos líderes porque los líderes nos motivan, nos guían, nos estimulan, nos miman, nos acompañan… los jefes nos mandan, nos regañan, nos expulsan, nos despiden. Queremos líderes.

Esta mañana, curiosamente, conversaba con C a cuenta del fantástico libro, publicado hace poco, ’50 líderes que hicieron historia’ de Luis Huete y Javier García, que ya no hay líderes como antes.

¿Dónde están aquellos líderes que hechos así mismos, a base de actos, a base de cualidades personales que unos u otros valorábamos, surgían como de la nada encumbrándose en el universo?

Se discute la ausencia de verdaderos liderazgos. Se discute la ausencia de verdaderos líderes en la política.

Ahora parece que los líderes se fabrican en los medios de comunicación, en las tertulias televisivas o de radio o en las redes sociales.

Ahora, de la noche a la mañana, aparece el youtuber de turno con no se cuantos millones de seguidores, el Pablo Iglesias (con mis respetos ideológicos), el Donald Trump o el Maduro que son erigidos en líderes de masas, desde mi punto de vista del momento. Surgen en un momento concreto y, de seguro, no será más que un ‘liderazgo pluf’, transitorio.

Los medios de comunicación son capaces de crear líderes momentáneos, líderes virtuales; los medios de comunicación son capaces de destruir en un segundo a un líder.

Pero, y hablando de política, ¿dónde están aquellos líderes que todos tenemos en mente y que, de alguna forma, para unos o para otros, dejaron un poso en el recuerdo? Dónde están los Felipe González, los Suárez o Carrillo, los Aznar, los Pujol o los Roca.

Vivimos en un momento en el que no todo el mundo quieres ser político. Quiere esto decir que no todos los que están en política tiene por qué ser líderes y, si lo son, nada nos dice que sean los mejores. Por otro lado, es posible que muchos de la mayoría de los mejores líderes no quieran estar en política.

En un momento determinado de mi vida me creí líder. Eso ya es algo importante. Pero que uno se crea un líder no quiere decir que lo sea o, por contra, a lo mejor, quién está por encima no entiende que los que están por debajo puedan ser ‘líderes’. En aquél momento, quién asumió responsabilidades de mando en la estructura por encima de mi, decidió que al no ser de su cuerda/familia política, al haber destacado en otros campos, no interesaba en su equipo: no valoró resultados, cumplimiento de objetivos, talento, formación ni trabajo. No valoró más que el poder que ostentaba de poner o quitar a su antojo.

Esto me enseñó muchísimo, fue una clase magistral que agradezco y un momento importante en mi vida, tal vez el adecuado: por eso estoy aquí.

Ratifiqué algo que venía estudiando desde hacía tiempo y comprobando por mi propia experiencia: en política faltan líderes emocionales, personas.

Si no somos así, difícilmente llegaremos a liderar nada.

El líder con poder no es un líder. Simplemente es una persona con poder que hará o deshará a su antojo, bien o mal.

Por eso, cada vez más, en política no todos son los mejores. En política, al menos en la política española, hay mucho mediocre y me refiero a mediocre como aquel que se adapta fácilmente al entorno, que no se arriesgan.

Estar en política en España es un riesgo. Por el hecho de estar automáticamente recibes la etiqueta de ladrón, de corrupto. Y luego, cuando estás, tu permanencia no depende de que recibas más o menos votos, depende en la mayoría de las ocasiones de que caigas bien al que nombra los cargos o hace las listas electorales.

El mediocre tiene miedo (a perder su sueldo o cuota de poder), el poderoso se se llena de ego y autocomplacencia y el ansia de poder destruye los liderazgos.

El mediocre, evidentemente con falta absoluta de cualidades de liderazgo, se suele rodear de más mediocres y se presenta con un equipo mediocre. Votamos políticos mediocres que encontramos dirigiendo ciudades y pueblos como alces y concejales.

Y esa es la realidad.

Eso no es liderazgo de ninguna de las maneras. Es poder por poder.

El líder no necesita tener un cargo. No necesitamos cargos para ser líder. Hay un libro fabuloso, que les recomiendo, de Robin Sharma, titulado ‘El líder que no tenía cargo’ que recrea un una fábula el valor del liderazgo natural, personal. Cualquiera de nosotros somos líderes. 

Líder es el chaval que cede el asiento a una persona mayor en el metro. Líder es esa madre que se levanta temprano para llevar a los niños al cole y luego marcha a trabajar hasta la tarde que vuelve a recogerles y les acompaña en los deberes y la cena hasta que les acuesta. Líder es ese padre que sale cada día a buscar el sustento de su familia. Líder es ese abuelo que cuida de los nietos mientras que sus hijos trabajan. 

Líder es ese conserje que abre la puerta del ayuntamiento cada día, te da los buenos días con su mejor sonrisa y cada día se preocupa por hacer mejor su trabajo.

Líderes ahí fuera, amigos, hay muchos.

El líder es el que influye en la gente.

Se asocia a la palabra líder la característica del prestigio: una persona que inspira a otros a hacer algo. Como he dicho antes, no necesariamente tiene que coincidir con ser Jefe, Director General o Presidente de una organización ya sea política o asociativa, o una empresa.

Los grandes líderes tienen en común la perfecta sintonía entre cuerpo, mente, alma y espíritu; inspiran a los demás a través de la esperanza y la visión y por ello irradian compasión.

Líderes los hay y muchos. Son personas corrientes que trabajan dentro del anonimato pero que realizan una gran labor dentro de su comunidad consiguiendo grandes resultados a base de disfrutar del camino y servir a los demás. Pero esto no suele ser así.

Para ser un buen líder lo primero es haber conseguido ser tu propio líder. Y para ser tu propio líder es imprescindible que te sientas persona, por encima de todo pero no por encima de nadie, y que, por supuesto, nunca lo olvides. Si los que te rodean te ven como persona, humano, humilde, independientemente de la responsabilidad o cargo que ocupes, será el primer paso para motivarlos y que te sigan como líder .

Una vez sepas liderarte (#liderandoT) podrás liderar a tu equipo.

Y dicho esto, amigos... me retiro dejando por aquí mi canción motivación de hoy:

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