08.04.2017... Reflexiones de aquí...

Vivimos corriendo. Vivo corriendo y no tengo muy claro, a estas alturas de la carrera, si eso realmente es vivir.

Terminando un agradable día, con sus momentos más o menos de reflexión bajo esos olores a tierra, abrazados por un cielo en azul permanente, que simplemente emanan serenidad.



Qué pequeñas cosas, qué pequeños momentos nos hacen sentir felices. Qué pequeñas cosas, que importantes instantes nos hacen repensarnos desde dentro.

Son las personas que nos importan las que pueden hacernos sentir partícipes de la vida, de una manera u otra.

Sentir la vida en un momento de felicidad inmensa; sentir la vida en un momento en el que esa sonrisa rota es capaz de hacerte pensar los más y los menos.

Uno se encuentra en una búsqueda permanente de versos y poemas, sucumbe cada vez más fácilmente a las emociones más sensibles. 

Las personas están llenas de amor, de cariño. Todos lo llevamos dentro. A veces lo difícil es encontrar a quién entregárselo con la garantía de que nos será devuelto de igual pureza.  Cuando encontramos a ese otro, no dejamos de preguntarnos, permanentemente, si lo que hacemos es tirar todo nuestro cariño a la basura porque el otro ni siquiera nos corresponde como creemos debería hacerlo.

Y así pasamos los días, y la vida, en una especie de permanente desconcierto.

El amor, el cariño que damos, nunca se desperdicia, está bien dado, siempre está bien entregado. siempre queda.

Los mundos no son diferentes, hacemos diferentes el mundo los que en él habitamos.

El corazón de las personas se mide por su capacidad de hacer sentir a los demás sus latidos.

Y os dejo con un tema de Damien Rice que me encanta...

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