01.12.2015... De Empotramiento poético...!
Parece que comenzamos el último mes del año, Diciembre. Y parece que el sol nos sigue acompañando.
Hoy he terminado a una hora medianamente decente, de esas poco habituales pero que permiten dejarse caer por aquí y rellenar unas cuantas páginas de desahogos, chorradas y algún que otro verso.
Seguro que si ayer me hubiera acostado a una hora, también decente, hoy no arrastraría ese cansancio que me acompaña junto a un extraño vaivén de cabeza.
Pero claro, seguro que si ayer hubiera evitado sonrisas hoy no andaría en ese limbo que solo provocan los versos.
Seguro que si ayer no hubiese escuchado ese término tan singular, y particular, que es empotramiento, hoy no hubiera pensado en cada uno de esos instantes que uno puede llegar a perderse si no está atento.
Porque así es la vida. Sale a tu encuentro y la puedes recoger al vuelo o perder y no volver a recuperar.
Así es esa vida que vamos haciendo y deshaciendo a base de puntadas de finos hilos.
Así es esa vida que es capaz de escondernos todavía sorpresas, sólo tenemos que esperarlas.
Esperar siempre es vivir. Como lo es descubrir que no has conocido todavía a la última persona, que te pueden sorprender o que, simplemente, te pueden provocar instantes de esos que te hacen olvidar el mundo.
Y así, mientras unos se empotran contra muros de cemento armado, otros buscan en el empotramiento el deseo de vivir y sentir.
Cada uno elegimos libremente nuestro vivir.
Y sinceramente, yo si hoy tuviese que morir, preferiría hacerlo empotrando que empotrado.
Hay días que descubres que existen personas que merecen la pena. Que están ahí para dedicarte un simple pero importante detalle, que es cederte unos momentos de su tiempo o un verso con forma de bella sonrisa.
Y es que a veces, en vez de pensar tanto, deberíamos dejar que la vida nos fuera sorprendiendo.
Deberíamos sentir el presente y dejarnos llevar por el momento. ¿Para qué estar mirando continuamente el espejo retrovisor? ¿Para qué estar pendiente de ese incierto futuro? El ahora es lo que te permite subsistir en este mar de oscuridades infinitas.
Tras la noche de ayer, envuelto en sonrisas, buenas conversaciones, vinos y emociones, creo que estoy preparado para definir Empotramiento como el arte de empotrar. Todo tiene su arte, hasta empotrar. Y como todo arte o maña, siempre sus argucias. Los habrá de esos que en ciertos momentos utilicen los excesos de la dureza o fuerza bruta pero, también, aquellos que lo reconducen hacia el tacto, la sensibilidad y lo suavizan con unas gotas de versos. Todo dependiendo del instante.
Esta mañana comenzaba mi día con estos pensamientos:
Es verdad que hay momentos que van y vienen en nuestras vidas. Unos marchan y se alejan, otros quedan empotrados en nuestro universo, convertidos en versos, capaces de provocar esa única sonrisa que nos viene a la mente al despertar.
No sé por qué, mientras estaba escribiendo estas líneas, tan poco entendibles para la mayoría, me surgían algunas palabras en forma de versos inacabados. Habrá que pulir y corregir pero, así en bruto, como me vienen, los dejo por aquí mientras os deseo una noche feliz y repleta de sueños...
Y así
rellenando mis días
de versos que hablan
de la calle y la vida
de tu música y la mía
de soledades
de amistades que comienzan
o relaciones que terminan
de lo que sienten unos
y desesperan otros,
de trozos de sueños
de sombras cautivas
de la forma de tu sonrisa
de su amor escondido
o de aquella borrachera.
Así
va y viene
en otoño o primavera
mi poesía
que en este cuaderno
ya no es mía
sino de ese mundo
que
de espaldas al verso
se vuelve más absurdo.
Quédate conmigo hoy
también.
Así me vuelvo a olvidar
de todo el resto
que ni siente ni vive
ni sueña ni enloquece.
(...continuará)
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