14.03.2015... Vuelta de Ourense.






Asumo que he conseguido descansar ya en este sábado, al igual que asumo que uno va cargando de actividad las semanas a la vez que los años nos van descargando de fuerzas.

Los viajes en tren me gustan: te permiten pensar, leer, volver a pensar, levantarte, tomar un café, perder el tiempo. Presiento que me relajan aunque, cuando vuelvo noto ese agotamiento en el cuerpo que sólo las horas de encierro te producen.

El jueves viajé a Ourense
Cuatro horas y media de viaje desde el amanecer hasta la media mañana. Exactamente salía el tren de la Estación de Chamartín a las 7.20 h y entró en la Estación de Ourense a eso de las 12 h. Pero mi viaje, efectivamente, no comenzó ahí. 
La noche anterior terminé tarde. Debates varios de proyectos, de política y más. Llegar a más se hace imposible, estar quieto, también.

A las 6 h. cerraba la puerta de casa para dar un reconfortante paseo, en la oscuridad todavía, hasta la estación del tren de cercanías. Digo reconfortante porque la temperatura era ideal y porque sirve para poner en orden los huesos y despejar la mente del sueño.

Es curioso cómo a esas horas las calles ya están en pleno movimiento. Coches de un lado a otro e incluso, algún privilegiado, pero madrugador, practicando running. Crees que vas a ser tú el que abre la calle, pero otros muchos llevan tiempo ya en movimiento. Aun así el murmullo de la vida es todavía silencioso.

Al ir andando, entre las casas que forman el barrio, eres capaz de escuchar como van saltando los despertadores de una habitación a otra, rompiendo sueños, avisando a uno y otro vecino que el día comienza y que alguien superior ha decidido darnos otra oportunidad.
Me pregunto muchas veces cuántos de nosotros despertamos y damos gracias: a ese Dios que cada uno guarda, o a la vida misma.
No nos damos cuenta cada día es una nueva oportunidad y que de nosotros depende aprovecharlo o no.

Y así, uno toma posesión del asiento de vagón, coloca la prensa, los libros para el trayecto y se sumerge en el relativo compás de un agradable y poético viaje.

Ourense es uno de esos lugares a los que no me cansaré nunca de ir. No sé muy bien por qué me ha enganchado esta provincia. Tal vez porque es ciudad sin dejar de ser pueblo. Tal vez porque guarda un sabor tranquilo, cálido, envuelto en un clima diferente y aderezado con míticas historias.


De momento sólo he estado por cuestiones laborales. Pero siempre trato de aprovechar algún tiempo para pasear en soledad por las calles de su centro histórico. Oler y acariciar las piedras de su hermosa catedral y sentir  el rezumar de las aguas del río.

Ourense es una de esas ciudades que guarda poesía y yo suelo llevarme siempre alguno de sus versos.

Siempre he sentido que la poesía es ese consuelo que las oraciones dejan de tener en nuestras almas. Cuando consigues guardar tu soledad deseada entre unas calles como estas, la poesía se apodera de ella.

Ayer celebrábamos las III Jornada sobre El futuro de las Provincias. Organizado por la Diputación de Ourense y la Fundación Democracia y Gobierno Local. Un evento interesantísimo, con ponentes de primer nivel, aprendiendo de cada una de sus ideas y reflexiones y, como siempre, con el compromiso del Presidente de la Diputación, José Manuel Baltar. 


En un entorno repleto de cultura. Me encuentro como en casa porque en cada rincón de este Centro Cultural Marcos Valcárcel, donde se realiza la Jornada, habita el arte en cada rincón. No puedo evitar perderme en los pasillos y recrearme con las obras expuestas. Todo un referente en cultura. 

Uno va pasando por la vida y trata de quedarse con lo mejor de ella. En mi caso, en mi vida, siempre trato de quedarme con personas. Cada uno se queda con las suyas. Unos con unas otros con otras. No se sabe muy bien por qué. 

En este poco tiempo que llevo en la Fundación, he tenido la suerte de conocer a magníficas personas que, si no fuera por haber pasado por aquí, jamás hubiera conocido mas que por noticias relacionadas con el ámbito político o por los dimes y diretes interesados de unos y otros. 

Manuel Baltar es una de esas personas de las que sólo tengo que agradecer haber conocido. Uno de esos políticos que ennoblecen esa labor que es la dedicación a los vecinos, a los ciudadanos como servicio público. Esa es la esencia de la política y eso es lo que hacen el 99% de las personas que se dedican a ello. El compromiso con su provincia, Ourense, el compromiso con sus municipios y alcaldes, el compromiso con un proyecto que convierte esta demarcación en referente español.

No he conocido a nadie que sea capaz de hilar absolutamente todo con Ourense, con su provincia. Es capaz de hablar de Obama y buscar un nexo de unión con esta zona española. 

Un defensor de lo local y, sobre todo, de esa institución tan importante como es la Diputación.

Así que, por estas tierras hemos terminado la semana. 


Siempre con algún momento literario: aquí he comenzado a leer la nueva novela de Pérez-Reverte. En esos fantásticos cafés como La Coruñesa, con esas barras que invitan a la buena lectura.

Antes de cenar, para no variar mucho la rutina y ese coaching que yo mismo me proporciono, una salida running a orillas del Miño. Excelente descubrir el palpitar de una ciudad desde la orilla de un río, con su banda sonora a tus pies.



Hemos disfrutado de su magnífica cocina en lugares como el Restaurante A Taberna (del que haré mi reseña y recomendación especial) y de sus magníficos vinos de la tierra. Cómo siempre, ese  calor y cariño de esas gentes de la Diputación que desempeñan una magnífica labor.


De vuelta, el rugido de los motores del tren, las conversaciones en el interior del vagón, la calidez de la voz de Birdy que suena en mi ipod, y yo, perdido en esos pensamientos que envuelven mil de esos proyectos que siempre me acompañan y que en parte quedarán en ilusiones, en parte en intentos y el resto, siempre, en versos de vida.

Hay lugares en los que vivirías, creo que Ourense es uno de ellos.  

"El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,
como animal que vuelve a sus orígenes."

Comentarios

  1. Bien, bien. En tu línea. Coincidencias (tren, libros, andares solitarios...) y buenas vibraciones. Cada vez mejores tus crónicas de viajes.

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