02.01.2015... Despejar la mente...

Se ha tomado uno estos primeros días del año como de limpieza mental. Y es curioso pero cuando uno tiene tiempo, ese tiempo que el resto del año falta, ese que semana a semana reclamo y desespero por no tener, parece que lo está tirando por el wc.

Prefiero no hacer listas de objetivos, aunque sé muy bien los míos. Soy de los que recomiendo proponerse pocos objetivos y buenos; tener muy claro para qué son y, sobre todo, que nos van a aportar a corto y largo plazo. Y una vez definidos... a por ellos.



Trato de iniciar el año más que con la mente lo más clara posible para que, tras estos días de privilegiado descanso, todo se inicie con la fuerza necesaria.

Voy entre paseos y lecturas. Entre deporte y música. Me escapo a escabullirme en alguna librería dónde no evito esa tentación placentera de adoptar algunos libros para que duerman al calor de mi biblioteca.



Y así llego a este final del día, mientras escucho -en este momento- la música de Roberto Cacciapaglia y su extraordinario disco Generazioni del cielo (Generations of the Sky) más que recomendable. Es en instantes así en los que dejo ir los pensamientos, y esos pensamientos me vuelven dicen que también es obligado, de vez en cuando, muy de vez en cuando, dejar descansar la mente de todos esos líos y proyectos que uno, con pasión silenciosa, se va echando encima.

Es curioso, lo reflexionaba esta mañana, me cuesta mucho seguir esos consejos, esas recomendaciones que hago a esas personas que me lo solicitan como coach. No soy un buen coach conmigo mismo. Es más, creo que la prueba más difícil para un coach es ser su propio coach. El enfrentamiento entre coach y coachee es inevitable.


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