04.11.2014... Historias...

Hay historias para contar e historias para escribir. Hay historias que ni se cuentan ni se escriben. Y luego están esas otras historias, que se escriben o cuentan y nunca ocurrieron más allá de la imaginación del que las contó o escribió.

Hoy, cuando volvía a casa en el tren, como cada noche, me fijaba en el resto de personas que junto a mi, en ese mismo vagón y a la misma hora, regresan también a sus casas. Cambian mucho los gestos, las caras, las posiciones, de primera hora, al inicio de la mañana, a esta tardía. Cada uno lleva a cuestas su historia, su día, su vida.



Cualquiera, yo mismo, podría inventar una historia de cada uno de ellos. Posiblemente, además, si me diese por escribirla por aquí, muchos de esos que pasean su intención en este rincón, la darían por cierta y la contarían a los demás en otros foros; y quién sabe si la historia, inventada, de estos dos señores que he tenido enfrente, que ni se miran ni se conocen, pero que tienen algo en común, podría creerse real.
Es el peligro, muchas veces, de lo que se lee; es el peligro, muchas veces, de lo que se inventa.

Las historias, historias son.

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