02.11.2014 Minaya: Mi-anai (Mi Hermano)




Hemos llegado como sin darnos cuenta al final de la semana, a ese domingo que en la oscuridad temprana nos avisa, nos llama, nos avanza que mañana es lunes. Y así también hemos comenzado mes y terminado otro; acumulando éxitos y fracasos, cumpliendo objetivos y dejando otros muchos a medias que incrementan los de este mes ya comenzado. Pero vivimos y estamos, estamos y vivimos, y eso es suficiente para ser y para seguir caminando por estos caminos que nunca son cómodos. La comodidad no existe, no ha existido nunca.

Hemos pasado uno de esos maravillosos fines de semana en Minaya. Maravilloso porque el sol nos ha acompañado de principio a fin, maravilloso porque hemos estado en familia y maravilloso, también, porque el hecho de estar en el pueblo supone romper el hilo de conexión a lo mundano, a lo habitual.

Y es curioso cómo pasamos los días que dan vértigo, entre mil historias, problemas y algún mínimo momento de alegría, y entramos por la gasolinera al pueblo, abrimos la puerta y prácticamente en unos minutos hemos olvidado casi todo. Reconozco que si no fuera porque soy incapaz de estar sin leer la prensa, es posible que perdiese la conexión con el mundo mientras estoy por aquí. 

Y es que desde estos campos, desde estos silencios, te das más cuenta de lo estúpido de la vida. Aquí rodeado de gentes que son felices con lo justo, con esos céntimos para tomar un chato de vino o una cerveza, con sus labores del campo, con sus huertos, sus gallinas o sus paseos. Aquí dónde muchos todavía no saben de móviles o internet, y otros no han tenido ni tendrán en su vida una tarjeta de crédito. ¿Para qué? Aquí la máxima preocupación es la lluvia, cuando no llueve; el hielo, cuando pilla de lleno a la siembra y echa por tierra el esfuerzo y trabajo de tiempo. Aquí preocupa lo simple, lo humilde, lo necesario para vivir.

Aquí están ajenos a esas noticias que nos enredan el día a día en la capital. Todas esas noticias que nos han preocupado a todos los que sentimos la política y, particularmente, el proyecto político del Partido Popular, en esta semana.

Y así, entre mis cafés a primera hora, mi despertar con el silencio de estos campos de Minaya, inundados del olor del azafrán. Aquí el resto parece no existir. Con mis libros, mis paseos y mis kilómetros running, buscando esa puesta de sol que solo por aquí se descubre; mi recolección de los últimos pimientos del huerto y esos momentos familiares que lo valen todo; aquí consigo que la mente se disuelva, resetee y sea capaz de volver mucho más despejada y tranquila.


Mientras despierto voy contemplando la limpieza de estos campos bajo una suave neblina. Agradezco al Eterno el momento privilegiado que me ofrece. Para qué más si es esta sencillez y humildad la que realmente genera instantes felices. ‪#‎EsMinaya‬... Nuestro #Minaya.

Por cierto, y haciendo un paréntesis literario, he leído estos días, en la Tribuna de Albacete, que el periodista y escritor Antonio Pérez Henares ha presentado su nueva novela "La tierra de Álvar Fañez". Más allá del personaje sobre el que se recrea esta novela histórica, que pienso leer, quería detenerme en la figura de este noble caballero: Álvar Fañez 'Minaya'. 

Y es que, según sabemos, este noble llamado Álvar Fáñez, o «Álvaro Háñez», fue apodado como 'Minaya' . Fáñez era primo hermano de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Corrían los años del siglo XI y por las tierras de Castilla batían ambos sus armas. El Cid, históricamente, se encumbró como héroe de este período y eso hizo que su primo, su 'Minaya' (Mi Hermano), como se llamaban entre ellos, quedara en un segundo plano. Así sabemos que 'Minaya' podría proceder del posesivo romance «mi» más el euskera anai, 'mi hermano'. 

Álvar Fáñez (León o Castilla, hacia 1047Segovia, abril de 1114), fue uno de los principales capitanes del rey Alfonso VI de León tanto en la conquista de las taifas del norte de la península ibérica, como en la repoblación de los territorios así ganados a los musulmanes y en la defensa frente a la expansión del Imperio almorávide. Cumplió un destacado papel protegiendo la frontera de Castilla entre Cuenca y Toledo, región que a mitad del siglo XII era conocida como «tierra de Álvar Fáñez».

Es mencionado por su fama como guerrero ya hacia 1147 en el Poema de Almería, donde se señala que era «conocido por todos»(cognitus omnibus), que el Cid lo ensalzó y que solo fue superado en méritos bélicos por Rodrigo Díaz el Campeador. Además, su figura fue popularizada por las muchas menciones que de él hace el Cantar de mio Cid como amigo, principal lugarteniente (lo que es falso) y primo o sobrino del Cid Campeador, que sí refleja un parentesco histórico.

En algún momento, cuando el tiempo y la tranquilidad me lo permitan, investigaré algo más sobre la procedencia real del nombre de nuestro pueblo, Minaya. De momento me ha encantado saber que fue el apodo de uno de nuestros héroes históricos y que, además, ese apodo se lo dió su primo, el Cid Campeador, al llamarle siempre Mi Hermano.

La historia de España siempre estará repleta de héroes que no dejarán de engrandecerla aunque, en los tiempos que corren, sean pocos los que surgen.

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