11.30h. Comenzar el año escribiendo mientras suena Liszt, el cielo gris traspasando los cristales de la ventana, la casa en el silencio de sus sueños y en la memoria el haber pasado de un año a otro convencido de tener que dar gracias a Dios por el vivir. 

La gratitud se convierte en una obligación diaria. A veces vamos jugando con nuestras vidas como si de un juguete se tratará sin darnos ni siquiera cuenta que el tiempo pasa sin descanso junto a nosotros, dejando el poso de la vida en nuestra piel. 

Hoy, como cada 1 de enero, es un día de propósitos y objetivos. Hoy, sólo hoy, debe ser un buen día también para mirar atrás, a esos trescientos sesenta y cinco días pasados, y buscar todo lo que no hemos vivido. Podemos pensar que vivimos pero, simplemente, deambulamos por la vida como autómatas. Dejamos muy poco y nos dan mucho.

Tal vez ese debería ser el primer propósito para este año: dar mucho más. Dar a los demás nuestro tiempo, nuestro amor, nuestra presencia, nuestro espíritu. Nos hemos acostumbrado a que nos den, incluso a exigir que nos den como un derecho. La mayor prueba de humildad es dar sin pedir. Dios nos ha permitido vivir y recibir muchos años. No  estaría de más devolver.


Comentarios

  1. ¡Eres uno de los míos!, se suele decir cuando en el tiempo se aprecia, en el amigo, que los pensamientos origen de cómo se es, se expresan hacia los demás dando lo mejor de uno sin cambio a nada, sino a ser escuchado —en este caso, leído— como bien lo pasas tú hoy y aquí. De la misma manera y de seguido mi sentimiento basado en la misma frase que expongo al comienzo: ¡Eres uno de los míos!.
    Un abrazo

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