22.10.2017... Estamos aquí y ahora!

Una fascitis plantar me acompaña desde el jueves. Hacía tiempo no volvía a recibir esos dolores que, sin duda, me los provoco siempre por correr y caminar en exceso por superficies duras y/o, con calzado poco adecuado. El fin de semana pasado me hice unos cuántos kilómetros caminando con mi padre por esos caminos pedregosos de Minaya con un calzado poco apto y, para remate, estos días he tenido varias caminatas por Tenerife con mis zapatitos puestos. En fin... para qué contar.
Así que ahora me toca algo de reposo deportivo y, como no mejore, también del caminar.

Así hoy, domingo, me he sentido algo huérfano en la mañana. Huérfano de mi momento running, de mi momento de reflexión y meditación vital, de encuentro conmigo y con todos esos pensamientos, ideas y proyectos que se agolpan en la cabeza y que, normalmente, con unos kilómetros, consigo ordenar en su mayor parte.



Leía hace poco, en el blog de mi admirada Virginia Galvin, algo que hoy, al recordar,  me hizo reflexionar: 
"La lista de mis planes es un mapa arrugado que crece por los bordes y exhibe muchas cruces. Querría varias vidas para enredarme en todas, pero a falta de seres reencarnados que presenten unas pruebas convincentes elijo invocar la serena alternancia de sucesos y charcos. He decidido ser la vida que me espera, y me abrazo a las letras después de muchos días de sentir que el caudal de mis adentros iba subiendo terco y nervioso por los pies. Vomito lo que veo, el ruido de tantos acontecimientos de este Otoño caliente." 
Lo hacía mientras esta mañana le daba vueltas a los acontecimientos que nos rodean a todos, preocupantes; a nuestro día a día y a todas esas cosas, problemas o no, más o menos importantes para unos, mucho más para otros, que van girando alrededor en nuestro caminar.

Es verdad que a veces te ves superado por un hecho; otras eres tú el que saltas el hecho como si nada, aunque siempre, quieras o no, todo va dejando un poso en tu ser y estar que va acumulando un peso que, cuando te das cuenta, se hace difícil de llevar.

Cada día despierto, y me levanto, con metas y objetivos hacia dónde ir;  trato de acostarme con la sensación de haber cumplido con el trayecto y dando las gracias por haber podido disfrutar de otro día para hacer más. Nunca he creído que vivir sea sinónimo de no hacer nada. Creo que el no hacer nada es para esos otros que nacieron viviendo del cuento y sofocan sus vidas sin ningún tipo de motivación aparente.

Siempre he sido el primero para todo. Si había un charco y otro lo veía también, el que saltaba sobre él antes que ninguno, manchándose de barro, era yo. A veces me preguntaba por qué incluso el que lo veía antes que yo esperaba, tranquilo, a que yo me manchara los pantalones o superara sin problemas. Ahora lo voy entendiendo: es mejor esperar a que la torta se la lleve otro.

He lavado y estropeado cientos de pantalones mientras que la vestimenta de otros continua inmaculada, virgen, sin manchas. No me arrepiento de nada de ello, pero ahora que lo sé, me pienso más en qué charco meterme.

A veces tardamos demasiado en hacer las cosas por miedo a cometer errores, y cuando lo hacemos es tarde.

Otras veces nos dejamos llevar por el impulso, pensando en que lo mejor es actuar cuanto antes y nos estrellamos por no haber esperado y pensado algo más.

Actuar correctamente no es fácil. Tomar decisiones, tampoco.

Decir que el otro lo hace mal es lo más fácil del mundo.

Errar o acertar cuando uno actúa por propia convicción y decisión, siempre es un acierto, aunque te manches los pantalones de barro.

Quiero decir con esto que seguiré metiéndome en charcos, aunque la edad me haga pensármelo más, porque es mi forma de vivir.

Y uno sabe que no hace todo bien, es más, que casi todo lo hace mal. Tal vez lleve toda mi vida haciendo las cosas mal pero, siempre me mueve la esperanza de que en algún momento haré algo bien.

No podemos estar constantemente pensando en lo que nos rodea, ni siquiera dar una y mil vueltas a nuestras equivocaciones. Las equivocaciones son pasado y el pasado es la experiencia que te hace crecer.

Creo que a veces pensamos demasiado y nuestros pensamientos nos pesan.

Nadie camina sin tropezar. No tropieza el que no se mueve, el que permanece sentado.

Es muy difícil el día a día. Ojalá la vida fuera un camino liso, sin curvas ni socavones, sin piedras o desniveles. 

Cuándo me da por pensar en todo esto, a veces me quedo sin palabras que vomitar por aquí. 

Es en ese instante en el que soy más consciente del ahora, de lo que somos. Intento no pensar. 

Somos presencia. 

Estamos aquí y ahora, si lo estamos y lo sentimos, desaprovechar el momento es como tirar a la basura el instante del ser, nosotros.

Y sí, hoy un pedazo tema, himno, de mi lista de motivación. El gran Fito...




Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30