18.05.2016... Sarvangasana!

Termino ahora el día. Mañana temprano marcho a Ourense y no sabía si pasarme por aquí o no. Pero lo he hecho. Lo hago porque me apetece y porque sé que mañana este post será leído por muchos y muchas. 

He terminado el día al revés. Pero lo he terminado y, si el Eterno lo quiere, mañana despertaré cumpliendo años y continuando ilusionado por cumplir los muchos objetivos que tengo y quedan por hacer.

Vivimos un momento realmente asqueroso y, por suerte o desgracia, uno ha formado parte de ese círculo tratando de ser como es: uno mismo

Tras tomar una copa con un par de amigos, comentando las rarezas del ambiente, uno llega siempre a la misma conclusión. Hay algo a lo que no voy a renunciar nunca: mis amigos. De los amigos unos podrán haber triunfado y otros nadado en fango, pero lo que nunca haré es negar una amistad. Y puede ser que esa amistad, por algún motivo, nos persiga en determinado momento en negativo pero, en estos años que cumplo, lo importante, desde mi punto de vista, es el comportamiento que uno tiene, no el de los demás. Cada uno es responsable de lo suyo, faltaría más.



Por eso, dicho esto, voy a escribir sobre otra cosa: lo importante.

Si hay una postura en mi iniciación al Yoga que me encanta es: Sarvangasana.

Cuando pasamos ese precalentamiento, en el que dejamos estiradas todas las partes del cuerpo a base de posturas, una y otra vez, desde los saludos al sol (Surya Namascar), que es una secuencia de 12 posiciones realizadas como un solo ejercicio continuo centrado en la respiración, espero con deseo Sarvangasana. En días como el de hoy, en el que todo parece al revés, la mejor forma de ver al resto es desde esta postura en la que te miras los pies desde abajo.

La semana está siendo tan extraña como corta. Ayer pensaba que era lunes pero estábamos ya en martes; hoy termino el día del miércoles para estar mañana temprano cogiendo un tren hacia esa ciudad que me encanta, Ourense, mientras uno cumple sus 48 años de vida.

Y si en este año he hecho una cosa importante para mi, ha sido iniciarme en esto del Yoga y, más concretamente, en el Hatha Yoga.

De todos los momentos que vivo durante la semana, la mayoría intensos, el más especial, el que creo me dedico más a mi mismo, es cuando desconecto absolutamente para participar en ese ritual especial que es el Yoga.

Me rondaba desde hacía mucho tiempo, pero fue en el mes de enero cuando me decidí y, desde entonces, si no surje ningún viaje laboral, como el de mañana, dos veces a la semana me descalzo sobre mi esterilla, me concentro, y me pongo a intentar hacer lo mejor que puedo, cada día más, con mi poca flexibilidad, las posturas que la monitora nos va señalando.

El Yoga es lento. El Yoga es paciente. En el Yoga debes olvidarte por completo de las prisas y ser consciente del momento, de tu momento, para recorrer todo el camino que te ofrece.

Hay días en los que me levanto acelerado, pensando en las mil y una cosas que debo hacer. Incluso reconozco que en alguno de esos días me pienso el faltar a mi cita por dedicar más tiempo a las tareas que se van acumulando. Consigo vencerme, cortar de raíz y entrar en el Centro con el ánimo de 'encontrarme conmigo'. Y lo consigo. Más allá de los estiramientos del cuerpo, la flexibilidad y la concentración. Más allá de los momentos de meditación, consigo desprenderme de lo que me agobia y salir a la calle como nuevo, con la mente realmente limpia.

Acabo de hacer una meditación. Me marcho a dormir con la mente realmente limpia y relajada.

Cada uno verá.

Feliz noche.



Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 29