29.11.2015... Y la colleja!

Final de semana. Fin del domingo.

Tal vez debería ser el día de descanso, como marcan ciertos ritos. Desde hace veinte años el domingo, para mi,  es como ese primer día de la semana, o ese día de transición en el que desde la tranquilidad y vitalidad que te aporta tu verdadero espacio, tu casa, preparas y organizas lo prioritario del resto de lo que será la semana, hasta el viernes.



Es como un ritual

No dejo mucho a la improvisación. Primero rindo cuentas conmigo mismo. Reflexiono sobre los temas que han quedado pendientes la semana anterior, o aquello que voy retrasando porque es más complicado o menos agradable. Repaso mentalmente lo prioritario, los objetivos y tareas, abro la agenda y voy ocupando fechas. Busco hasta esos recovecos que pueden convertirse en mis momentos.

Prácticamente todo lo dejo anotado y escrito. Todo lo que venga sin programar, bienvenido sea pero, las tareas prioritarias trato de cumplirlas incluso, hasta, las que escribo como personales: estudios, lecturas varias, artículos y un mínimo de 40 km entre running y power walking.

Es una de mis recomendaciones como  Coach Personal. Así llego al lunes con ilusión y dispuesto a enfrentarme a todo lo que se ponga en el camino. 

Es cierto que, por algún motivo, algún domingo no lo he hecho y puedo asegurar que la semana se convierte en algo más desordenado y tenso.

Y sí, mi día de descanso mental es el sábado: mi particular Sabbat. 

Es curioso pero mientras que escribo estas líneas, repasando, como he comentado, los días pasados, estoy escuchando un tema de enorme belleza que creo voy a compartir con vosotros porque, sinceramente, Giovanni Allevi interpretando Aria me está transportando a no sé qué poético lugar... impresionante:


Cambio de ritmo. Parece que estamos en pre campaña electoral. Voy a tener bastante tiempo de comentar por aquí lo que opino y pienso. Una opinión como la mía puede resultar bastante absurda o, simplemente,  sirve de poco ante tanta mayoría o tanto listillo, pero como me muevo en un estado de libertad personal y mental cada vez más agudizado y público, escribiré aquello que me parezca. Como siempre. 

Mi voto está claro y lo va a tener el proyecto en el que he creído y trabajado siempre y, en este caso, también, la persona que lo representa, Mariano Rajoy. Tan libre soy de pensar lo que pienso como otros de pensar o hacer lo que les venga en gana.

Cuando creo debo opinar sobre aquello que no me gusta, o que creo no se está haciendo lo suficientemente bien, lo he hecho, lo hago y lo haré, aunque eso signifique ir a contracorriente. 

Y hablando, casualmente, de Mariano Rajoy. Me ha resultado realmente sorprendente que, durante toda esta semana, más allá de los datos positivos en la economía, de las acertadas o menos acertadas decisiones, de las interesantes propuestas que se están ofreciendo para que el país continúe consolidando el crecimiento económico, de lo que más se ha hablado es de 'la colleja'. 

Sí, me refiero a la colleja que Rajoy padre dio a su hijo cuando grababa uno de esos programas al que ahora asisten los candidatos para mostrarse más cercanos al resto de los ciudadanos.

Fue en un programa deportivo. El hijo apareció por allí y tras hacerle alguna pregunta por parte de los entrevistadores, se 'subió' un poco -como dicen los chavales de hoy- e hizo una crítica tildando de 'basura' a no sé que comentarios de uno de los periodistas deportivos.

Claro, algo que parece normal para cualquier padre, dar una colleja a su hijo cuando dice o hace algo no correcto; algo que, sin duda, todos hemos recibido en alguna ocasión y que, desde luego, nos ha venido bastante bien, para la falsa progresía prácticamente es un delito. Más o menos habría que denunciar al Presidente del Gobierno de España por ser padre y hacer lo que cualquiera habríamos hecho. Seguro que ahora le estarían criticando por lo contrario en caso de no haberlo hecho.

Yo no lo vi pero, ante tal revuelo, no me quedó más remedio que hacerlo

Me ha hecho bastante gracia y, sobre todo, me ha parecido ver al presidente-persona, al político-padre que, en un momento, se aleja del protocolo encomendado, está a gusto y, como si estuviera en el salón de su casa viendo la tele con sus hijos, le arrea una colleja porque uno de ellos dice algo desafortunado. Pues perfecto. 

Me hubiera gustado que, durante estos cuatro años, esos que parece saben de todo, hubieran dejado más al Presidente Rajoy ser Mariano Rajoy. Posiblemente tendría una imagen mejor valorada de la que tiene. A eso me refiero cuando hablo del Líder Político Emocional (pronto publicaré un artículo por aquí): ser persona, ser sensible a las emociones, comportarse como uno más, ser cercano al resto.

Algunos, de verdad, aún siendo lo mayores que somos, necesitamos alguna que otra colleja. Sobre todo, aquellos que van de populistas y políticos modernos y luego les cuesta dar el nombre de un libro de filosofía. Y de eso, también, hablaremos.

Ahora, es la hora... feliz noche y semana.

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