04.10.2015... Líneas en el avión.

Despertar el día con una llovizna silenciosa, entre nubes grises, no es algo de lo que suela disfrutar. Pero, pensar que más tarde, como hemos hecho, saldría a correr con C, en esa sesión nuestra que en los últimos tiempos se distancia, era suficiente para mostrar gratitud, abrir los ojos en positivo y despejar, aunque solo en la imaginación, unas fastidiosas nubes otoñales.

Qué ganas de compartir silencios, la respiración, de charlar, de comenzar una semana con esos 15 kms por los caminos getafenses, hasta arroparnos por ese Cerro de los Ángeles que tantos momentos nos guarda y, si el Eterno lo quiere, aguarda.

Creo que hemos hecho un repaso a todo: familias, personal, empresarial y político. Desde luego esa noticia de nuevos retos profesionales, en una carrera meteórica pero trabajada y merecida, han tomado hoy el protagonismo de nuestra hora y media. A más responsabilidad más miedos, pero de seguro, también, más ilusión y pasión por lo que se hace. Que una empresa reconozca el trabajo de una persona, provocando nuevas responsabilidades y confianza, es un elogio y privilegio. Desde mi punto de vista, poco objetivo en este caso, el mayor acierto. Auguro muchos éxitos.



Dice Virginia Woolf que "la costumbre de escribir así, para mí misma, es buena. Relaja los ligamentos. No hay que dar importancia a las omisiones y tropezones." Y lleva mucha razón. Es una frase que he extraído de sus magníficos diarios que, de vez en cuando leo. 

En estas páginas de desahogo, escribo muchas veces sin sentido, o con el poco que tengo, sin pensar en lo correcto o lo incorrecto, sin ton ni son. Si algún día se publicasen, más allá del blog, sin duda deberían corregirse y buscar el sentido gramatical, la palabra adecuada, a mucho de lo que por aquí voy guardando. 

Por ejemplo. Estas líneas las estoy escribiendo, encogido en un asiento que más parece la sillita pupitre de un niño, con mi cabeza dando prácticamente en el asiento del pasajero de enfrente, con las rodillas apretadas sin poder estirar en ningún momento, y tratando de que mi codo no penetre en el pecho del pasajero que tengo a mi izquierda y que, a su vez, también trata de trabajar en su ordenador.

Voy camino de Santa Cruz de Tenerife. Mañana participo en la Universidad de La Laguna en el Congreso Novagob 2015. 

Voy ilusionado por el trabajo, como siempre, por tener la oportunidad de conocer un lugar que desconocía, pero con las emociones algo confusas y alteradas. Uno sabe cuando las cosas van bien, en orden, y cuando van mal, en desorden. A veces las desordenamos nosotros mismos, otras nos vienen así por otros. Dependiendo la importancia para nosotros de esos otros, así priorizamos o no esas preocupaciones que nos desordenan.

En realidad es curioso el comportamiento de los seres humanos. Es curioso lo capaces que somos de mantener las emociones negativas en el ambiente y el tratar de contagiar al resto esa negatividad.

Hace tiempo que me dije a mi mismo que iba a tratar de encontrar los máximos momentos positivos en mi día a día. Que no pensaba desperdiciar ninguno. Y no pienso hacerlo. No tenemos mucho tiempo como para andar con gilipolleces. Si uno no es feliz con lo que hace o cómo está, es porque quiere. Nadie nos obliga a ser o estar de una determinada manera. Pero si aceptamos por conformismo o comodidad, no podemos trasladar nuestro malestar al resto.

En fin, tiempo tendré de estudiar y reflexionar sobre esto.
Por cierto que, si está publicado en el blog es porque he llegado y aterrizado perfectamente en Tenerife.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30