26.04.2015... reflexionando sobre la mente...

Dice el maestro Umbral, en ese libro suyo que recupero, 'Un ser de lejanías', que "los libros, los papeles, las revistas, la rueda matinal de los periódicos, soy un amortajado en tinta impresa, soy momia de otros libros y los míos."

Qué inteligente y bueno volver de vez en cuando a los textos del señor Umbral: maestro dónde los haya de la crónica periodística, del columnismo, del adjetivo, del dandismo literario.

Leí esta frase ayer. Por un sólo instante pensé en mi, en mis sábados y domingos, en lo que me gusta y me hace sentir feliz. Estar en casa, despertar pensando en el sabor a café, tocando y acariciando los periódicos del día antes comprados en el quiosco de Santi, olvidarme de la semana, creer que escribo sin escribir, sentirme poeta entre mis versos malos, escupir aforismos y soliloquios con la esperanza de que algún día los lea él y piense en mi cuando no esté.

No sabría qué hacer sin el papel, sin esa tinta y su olor. No sabría estar sin mis periódicos del día, mis cuadernos y mis libros.

Hoy llovía. No ha dejado de llover desde ayer tarde. Estamos ante una primavera particular aunque, según dicen, no menos particular que la pasada aunque ya no la recordemos. Tendemos a olvidar año tras año el pasado. Es como si el sol, el frío, la lluvia fuese distinta. Los únicos distintos somos nosotros y eso, aunque nos pese, no tiene cura. 

Nos oxidamos como esas verjas de la casa que, con el tiempo, van perdiendo el color y envejecen. Nosotros necesitamos oxígeno y éste mismo oxígeno envejece nuestras células. 
La oxidación del cuerpo humano es un proceso natural que se produce por el simple hecho de respirar. Se basa en la generación de radicales libres o células incompletas (porque les faltan electrones), que buscando su estabilidad dañan a otras células vecinas sanas. 

Decía que llovía, que no paraba de llover, pero salimos a correr nuestros 15 kms por el Cerro de los Ángeles. Bajo una lluvia lenta, con unas piernas -las mías- algo pesadas y doloridas, pero con esa necesidad del desahogo, de hablar con C, y reflexionar sobre una semana que comenzó agradable y terminó entre lo más desagradable de la vida.

Hoy ha sido un día muy familiar. Estar todos me llena cada vez más. Creo que no tenemos tiempo y el poco con el que contamos somos incapaces de aprovecharlo. Por eso termino la semana dando vueltas a todo, que es todo, un poco.



Esta mañana lo hablaba con mi primo C. No se me va de la cabeza. No tenemos ni idea de lo que es capaz nuestra mente. Hoy estamos bien y mañana nos da un chasquido, se nos rompe un cable que conectaba con lo correcto y nos dirige a lo incorrecto. El poder de la mente es tal que lo desconocemos.

No dejo de pensar en si ciertas cosas se pueden evitar o, simplemente, están predestinadas a que sucedan.

La verdad es que lo ocurrido me lleva a reflexionar, a dar muchas vueltas, sobre el poco control que podemos llegar a tener en nosotros. Las conductas que marca nuestro cerebro normalmente tratan de buscar lo positivo, la construcción de la felicidad y la vida. Pocas veces la mente te destruye, pero puede hacerlo. 

¿Qué nos puede llevar a pensar en autodestruírnos? ¿Qué pasa por la cabeza de una persona que decide acabar con su vida premeditadamente?

Alguien sin carencias materiales, sin carencias afectivas; alguien con una vida hecha a base de esfuerzo. Alguien sin, aparentemente, un motivo para no estar, para no vivir. 

Tratar de controlar la mente, alimentarla en positivo y entrenarla debería de ser uno de nuestros principales objetivos.

Hay mucho escrito sobre ello. Demasiados estudios e informes científicos. Demasiadas conclusiones a veces recurrentes, en pasado. Ocurre y seguirá ocurriendo. ¿Psicología? Para qué. Muchas veces para empastillarte y convertirte en un ser inerte.

Cada vez creo más en el coaching, en técnicas que buscan ayudarte a romper ese bloqueo que puede llegar a provocar el cortocircuito mental.  

Creo que voy a seguir dedicándome a la poesía y al vino, a mi #versosdArte y a vivir tratando de construir uno de esos mundos felices en los que creo.


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