22.02.2015... De Ibuprofeno...

Uno de los consejos que suelo utilizar, en la vida y en mis sesiones de Coaching #DVida, es que siempre tenemos que hacer primero aquello que menos nos gusta. Ir dejando para el final lo que más nos cuesta o fastidia, nos puede generar algún que otro disgusto.
Pues efectivamente, no siguiendo esos consejos míos, lo que dejo para el final termina por provocarme molestias importantes.



He pasado el fin de semana, desde el viernes, a base de Ibuprofeno600. Nunca imaginé que este mediacamento se convertiría en mi mejor amigo durante unos días. Odio las medicinas, los medicamentos me producen repelús. Pero el motivo fundamental de esta interesada amistad es que he sido capaz de unir un fuerte catarro a una visita obligada al dentista para extraer una muela.

Tanto la noche del miércoles como la del jueves las pasé medio en vela. Unos fuertes dolores que me provocaban una muela, que se me partió hace algo más de dos meses, no me dejaban descansar. Todo el mundo me había recomendado pasar por el dentista cuanto antes, para no llegar a mayores. Todo eran excusas por mi parte: falta de tiempo, imposible cuadrar una hora para acercarme a que me viese. Siempre algo que hacer aunque no fuera importante.

El jueves, tras una noche en la que por primera vez conocí, y comprendí, lo que era un intenso dolor de muelas, busqué inmediatamente un dentista que me atendiese. No me fue difícil encontrar uno cercano a la oficina. Tampoco me fue difícil que, tras explicarle el problema, me atendiese  prácticamente al momento. El dignóstico estaba claro: "mañana le tenemos que sacar la muela". ¿Mañana? ¿Tan pronto? "Si quiere usted se pasa otras cuantas noches sin dormir. Es su problema". Todavía pensaba que con algún que otro antibiótico podía remediar lo irremediable: desprenderme de mi 'preciada muela'.

En esos momentos comencé a acordarme de todo, sobre todo de la familia de todo el mundo,  incluida la mía. Ni que ellos tuvieran la culpa de mi dejadez.

Resulta que esta semana me había dado también, envuelto en el estrés de proyectos variados, por salir a correr en la noche, con esa temperatura y viento que nos acompaña, por las calles de Getafe. Sudada máxima, mal abrigo y, casualmente, el jueves también comenzaron ciertos síntomas catarrales.

Cuando levanté el viernes, tras una noche de peleas con los calmantes -y algún que otro chupito de brandy- en ese intento de adormilar el dolor, no sólo tenía la muela dispuesta a salir cuanto antes sino que me acompañaba un catarro de esos que practicamente te obligan a quedar en casa.

Visita al dentista. Profesionalidad absoluta, rapidez y consejo: "tienes la otra muela del juicio mal, si quieres, ya que estoy, te la duermo y te la saco también. Es un momento". ¿Pero qué dice usted doctor? Saque esta y cuando me moleste vuelvo a visitarle y ya sacaré. "Recuerde lo que le digo: volverá cuando no le quede otro remedio". Que no que no, que no me vuelve a ocurrir.  "Ocurrirá". Bueno, ya veremos, de momento saque usted esta que yo salgo de aquí corriendo.

La verdad es que no tardo nada el hombre pero, como es lógico, ahí me quedé con mi boquete, sin muela y con molestias durante todo el fin de semana.

Así que agarrado a los sobres del Ibuprofeno600, al pañuelo para los mocos, al sillón y algún que otro libro, el fin de semana ha sido de un mal estar generalizado: físico y mental.

¿Podía haberlo evitado? Sin duda que sí. Esta es la enseñanza que vuelvo a sacar de los males propios:  hay que hacer siempre aquello que no nos gusta lo primero, como prioridad. Muchas veces esto nos puede salvar de daños posteriores.

Es curiosos cómo cuando uno se siente mal pierde la apetencia en todo. Por supuesto una semana perdida en deporte, en la lectura reposada y relajada, prácticamente nula en el estudio, sin pensar en nada, escritura desganada y, en mi caso, el mal humor es lo único que parece aflora con fuerza en momentos así.

Termino uno de esos domingos extraños, incómodos. Tenemos vida, es lo importante. Mañana esto habrá pasado y saldrá el sol otra vez. Nos pondremos las pilas y nos comeremos el mundo.

Voy a tomarme otro Ibuprofeno. Hasta mañana...

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